El bus ya estaba en la parada y yo caminaba sin ninguna prisa hacia ella, puesto que había salido con bastante tiempo para llegar al curro, y no me importaba demasiado esperar al siguiente. Una mujer que debería pesar unos 100 kilos me adelantó corriendo lentamente y con gran esfuerzo para poder cogerlo y justo cuando estaba a 1 ó 2 metros el autobús siguió su ruta. Yo pensé, que putada para la pobre mujer haberlo perdido después de la sufrida carrera que se ha metido y que cabrón el conductor por no esperarla.
El tiempo que transcurre en la línea 162 entre un autobús y otro suele ser de entre quince y veinte minutos pero en esta ocasión y para mi sorpresa solo tardó 5.
Ese fue el pequeño detalle en el que me fijé ese día y que me llevó a una pensamiento mucho más amplio. ¿Es posible que hubiera habido una especie de justicia divina que hizo que debido al sacrificio de esa mujer el siguiente autobús llegara mucho antes? y si fuera así, ¿yo me habría aprovechado de esa situación debido a que la pachorra que llevaba encima me hacía merecedor de esperar más tiempo? pues mi respuesta es que no, no creo que haya algo que interceda por las personas de esa manera salvo las propias personas. Hay buena gente que se tira toda su vida sufriendo y no reciben nada a cambio gratuitamente.
Luego me vino otra reflexión más real y cotidiana desgraciadamente. En esa ocasión no me aproveché de nadie pero es triste ver como en este mundo muchísima gente si lo hace. Para mi el respeto es algo fundamental y que cada vez se ve menos en la sociedad, en la cual, se ha hecho de lo más habitual que unos saquen partido a costa del esfuerzo de los demás.
martes, 25 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario