jueves, 21 de mayo de 2009

El viaje al Santuario

CUENTOS Y LEYENDAS DE ATHELAS ISLAND:

El viaje al Santuario:

Hace mucho tiempo, en el continente de Earthgien, tuvo lugar una guerra enorme en la que todo tipo de criaturas malévolas quisieron adueñarse del mundo y en la que elfos, hombres y enanos se unieron para detenerles.

Al terminar la guerra hubo grandes celebraciones y fiestas ya que las malvadas criaturas fueron derrotadas y finalmente todos los ejércitos tuvieron que volver a sus casas.


Después de algún tiempo, Eldriel de Exmouth, Axirion de Doomhader y Tralin de Glorfindell, tres de las figuras más destacadas de la guerra, recibieron un mensaje para que fueran a un santuario que había en una pequeña isla del Sur.

Los tres llegaron a la isla el mismo día y comenzaron el viaje hacia el santuario:


“Los tres llegaron del Norte,

nueve días duraría el viaje,

siempre con un soleado paisaje,

muy lejos quedaban sus cortes.”


“Se dirigían a un santuario

y cada día rezaba uno,

por la senda y algo de ayuno

llegaban ya a su itinerario.”


“Se alzaba una montaña nevada,

arriba estaba su destino,

subieron todos con mucho tino

pero la puerta estaba cerrada.”


“Allí se hallaba una balanza,

cada día uno hacia una ofrenda,

en el orden de rezo en la senda,

otros nueve días de tardanza.”


“Al dar las doce la puerta se abrió,

el por qué nadie lo sabe,

los Dioses les dieron la llave,

cada uno un cetro recibió.”


(Cuento que hice para aventura del Señor de los Anillos entregado a los pj y que resolvieran un acertijo, que recuerdos...)

La profecía de Eklom

Al comienzo de la Cuarta Edad, tras la caída de Sauron, el enemigo de los pueblos libres, la aldea de Lek comenzó a adorar a Elian, la estrella que más iluminaba el pueblo y que brillaba con mayor fuerza cuando caía el crepúsculo y la Luna no se mostraba, para que esta protegiera Lek de las amenazas que surgieran con el transcurso de los años.

En honor a Elian se levantó en el centro de Lek un monasterio, al que durante generaciones todos los aldeanos acudían al menos una vez durante la noche para realizar sus oraciones.

Todos estaban contentos con su estrella Elian pero comenzaron a llegar tiempos peores. Las cosechas empezaron a escasear y la pesca antes abundante estaba desapareciendo pues el río se secaba poco a poco y el deshielo de las montañas caía por la ladera contraria de las montañas. A la situación comprometida de Lek se sumo la mayor sequía que jamás se recordaría en la aldea.

La gente perdió la fe y con el tiempo olvidó a Elian, sus oraciones y el monasterio al que acudían para adorar a su estrella, que con los años se convirtió en un cúmulo de escombros que hacían más lúgubre si cabía al pueblo.

Más de 500 años duró el buen hacer de Lek hacía Elian hasta que esta fuera olvidada y poco más de 300 años hasta que la estrella que daba luz a la aldea dejará de brillar. En efecto, en el año 824 de la Cuarta Edad la gran estrella Elian desapareció por completo del firmamento en el más triste olvido, aunque ella no se olvidaría de los aldeanos.

La noche de su muerte nació en Lek un niño en el cual se adentró la última chispa de luz de la estrella. Ese niño se llamo Ádalon y no mostró síntomas de lo que en él habitaba hasta que a los 30 años de edad su mujer diera a luz a dos gemelos. Nesar y Eklom.

Desde pequeños los dos hermanos manifestaron un gran poder. Nesar, el primero de los dos, se percató de que en sus sueños podía ver el pasado, mientras que por otro lado, Eklom vio en sus sueños manifestaciones de hechos que estaban por suceder en el futuro.

Los dos pequeños tuvieron una infancia agradable en la que aprendieron a controlar el poder del que habían sido agraciados y en la cual se contaban sus sueños, riendo y llorando según las visiones que les llegaban mientras dormían. Su relación era inmejorable pues no se separaban en ningún momento hasta que una noche Eklom se despertó serio y sudoroso. Curiosamente Nesar abrió los ojos y fijándose en su hermano le peguntó que le ocurría. Tras un silencio, de la boca de Eklom salió un susurro, Morgoth.

A la mañana siguiente Nesar se levantó y vio que su hermano no estaba en la cama. Salió corriendo a buscarle para que le contara que tipo de visiones había visto esa noche pero Eklom había desaparecido para no volver a ser visto durante años, veinte exactamente, ya que una tarde en la que Nesar meditaba tuvo un sueño en el que pudo reconocer a su hermano. Eklom tenía más edad que la noche en la que desapareció, tenía una corta barba y un rostro serio bajo la capucha de un atuendo negro. Se encontraba en una sala oscura similar a la de una iglesia subido sobre un altar. Posteriormente alzó las manos y habló a una multitud de personas que vestían de la misma manera que él.

"Hermanos míos, ayer vi el futuro, os veía a vosotros y veía como nuestro amo regresaba.
Nuestro destino está escrito pues presencié el renacimiento de Morgoth. Nosotros somos los encargados de traerle de vuelto pero aún no podemos. Mis sueños me han revelado que debemos hacernos con dos objetos de preciado valor: "El Libro de los Primeros Días" en el que aparecen sus últimas palabras y “El Medallón Negro" creado por Morgoth como vínculo entre Él y La Tierra Media. Cuando estén en nuestras manos se cumplirá mi profecía: El último día del año 1957 de La Cuarta Edad, cuando el Sol en lo alto sea cubierto por la Luna, yo, Eklom, traeré de vuelto a nuestro señor Morgoth, en una ceremonia que se celebrará aquí mismo, en nuestro templo de la oscuridad.
Ya no habrá un nuevo año en esta era sino el primero de una Quinta y definitiva Edad. La Edad de la Oscuridad.
Ahora descansad, mañana comenzará nuestra búsqueda".

Ahí terminó el horrible sueño por medio del cual Nesar comprendió lo que estaba ocurriendo y recordó a su hermano con 17 años edad susurrando el terrible nombre de Morgoth.

El mayor de los gemelos, apenado por la fatídica vida que habría llevado su hermano durante los años que habían estado separados intentó buscarle por los cuatro continentes para ayudarle y hacerle entrar en razón pero no le encontró por ningún sitio. Solo le quedaba una cosa que hacer por mucho que le doliera y era oponerse a la voluntad de Eklom encontrando "El Libro de los Primeros Días" y “El Medallón Negro" antes que nadie. Secretos que al margen de las visiones e investigaciones de Eklom solo sus sueños podían revelar.

(Historia para una aventura del Señor de los Anillos de hace ya algunos añitos)

lunes, 18 de mayo de 2009

El nacimiento de Ábigor (pj para el WOW)

Estaba amaneciendo en las montañas de Ironforge y los primeros rayos de luz hacían brillar las plateadas armaduras de los soldados a la entrada de la cueva.

En el interior de la gran ciudad enana, sobre el gran río de lava, comenzaba la habitual vida de las gentes que allí vivían.

En la zona de The Military Ward, a la entrada de la taberna, Winillyn sacaba la llave de un bolsillo que tenía su chaqueta de lana y la introducía en la cerradura de la gruesa puerta de madera cuando un tremendo dolor se apoderó de ella.
Las rodillas se clavaron en el suelo y la llave quedo solitaria, sin nada que pudiera girarla, pues las manos de Winillyn se fueron hacia su bajo vientre.
Un instante después un grito agudo resonó en las profundidades de Ironforge llegando al oído de un herrero y un soldado enanos.
Ambos salieron corriendo en dirección a la tabernera y al ver su estado decidieron llevarla a la herrería, que se encontraba muy cerca del lugar, donde la tumbaron boca arriba en una alfombra.

Una vez allí, entre los gritos y la sangre, el soldado se quitó el casco y los guantes rápidamente y agarró la mano de la mujer enana mientras el herrero traía un cubo con agua y varias vendas.
La respiración de Winillyn cada vez era más profunda y regular cuando en un instante dio el mayor chillido de todos a la vez que apretó la mano del soldado tan fuerte que a pesar de que este poseía una gran dureza, vio peligrar su brazo para siempre.

A la vez que sucedía todo esto, el herrero comenzó también a gritar: ¡Oh, ya sale!¡empuja!¡empuja! cuando observó como la cabeza de un pequeño enano pelirrojo se asomaba al mundo por primera vez.

Winillyn volvió a pegar un grito que en esta ocasión fue acompañado del llanto de la nueva criatura, la cual salió por completo del lugar donde se había alojado durante tantos meses.
A continuación, el herrero alzó por los pies al pequeño, que no paraba de llorar, y le dio un par de palmadas en el culo, pues él había escuchado que es lo que se debía hacer en estos casos, y nada más dar el primer golpecito el recién nacido enmudeció y se pudo observar como su cara ponía un gesto de enfado.
Los dos enanos que habían socorrido a la mujer enana, a pesar de su asombro no pudieron disimular la risa y en unos segundos comenzaron a reír a carcajadas, cosa que enfadó más aún a la pequeña criatura y provocó el gruñido más rápido que se conoce en la raza enana.

Tras este gracioso suceso, el recién nacido fue entregado a su madre y en sus brazos se quedó dormido. Acto siguiente el soldado se puso su casco y sus guantes y se marchó pero antes de atravesar la puerta Winillyn le preguntó su nombre, a lo cual contestó con una voz grave: “solo soy un soldado”.

La mañana transcurrió con el herrero al servicio de Winillyn, llevando todo lo que ella necesitaba y ayudándola a cargar con el pequeño hasta que la tabernera, sintiendo ya cargo de conciencia, decidió marcharse a su casa.
Con esfuerzo se levantó de la alfombra, que realmente era una piel de oso aunque debido a la sangre del parto más bien parecía un oso al que acababan de cazar, cogió a su hijo y antes de salir por la puerta preguntó al herrero su nombre, a lo que este contestó con voz aguda: “solo soy un forjador”.

Finalmente Winillyn dio las gracias por todo y se marchó a su casa siguiendo la hilera de antorchas que había en las paredes de las calles de la ciudad y una vez allí, se tumbó junto a su pequeño y descansó hasta que de repente recordó que se había dejado la llave de la taberna introducida en la cerradura.

A pesar del agotamiento que tenía salió corriendo con dificultad hacia la taberna, dejando a su hijo dormido puesto que no tenía otra alternativa y únicamente debía tardar un momento, y fue a recoger la llave.
Toda la prisa que se diera era poca pues no quería dejar solo al enano que había dejado en su cama.

Por fin llegó a la taberna, para su sorpresa la puerta estaba abierta de par en par y alocadamente la traspasó sin mirar antes, que o quien la había abierto.
A su alrededor no había más que una pequeña luz que provenía de la cocina, a la cual comenzó a acercarse lentamente. Desgraciadamente, antes de llegar a la luminosidad de la cocina, tres enanos con ropas corroídas y rostros perversos salieron al salón, donde aún se encontraba Winillyn, con sacos igual de mugrientos que su ropa colgados a sus espaldas.

Ante tal situación, la intención de la dueña de la taberna era salir de allí como fuera pero la de los enanos no era del todo clara aunque si se podía deducir que era de carácter malévolo.
En cualquier caso, y antes de que nadie tuviese tiempo de reaccionar, alguien más entró en la pequeña tasca. Vestía una armadura y un casco que tapaban completamente su talante pero aún así Winillyn lo reconoció con facilidad. Era el soldado que esa misma mañana la había ayudado a tener a su hijo y que tan pronto entró, se abalanzó sobre los tres enanos aplicándoles tal paliza en un instante que si antes sus rostros eran perversos, ahora ya no se podía saber pues a causa de los golpes quedaron completamente desfigurados y cubiertos de sangre.

Los malhechores salieron corriendo de allí como pudieron y se marcharon lejos de Ironforge a donde no volvieron nunca más, mientras que la que desde hacía unas horas era madre nuevamente daba las gracias.
El soldado se despidió y se marchó indiferente ya que pensaba que era su obligación y Winillyn tras echar un ligero vistazo, salió, cerró la puerta y se fue a su casa, con su hijo, donde descansó hasta el día siguiente junto a su pequeño enano.

Los sueños fueron los protagonistas durante varias horas hasta que a medio día alguien llamo a la puerta. La enana se levantó con gestos de dolor debido al parto y lentamente se dirigió hacia los ruidos hasta que finalmente abrió la puerta. Para su sorpresa vio que el que llamó era el herrero que el día anterior la había socorrido y que traía comida que había hecho su esposa. Él le entregó una cesta y le dijo que ya vendría a recogerla. Winillyn dijo que no era necesario pero el enano insistió de tal forma que esta no se pudo negar.

Tras la visita el día transcurrió sin ninguna novedad, al igual que los cuatro días venideros, hasta que alguien irrumpió en la casa. El sonido de una armadura retumbaba fuertemente y un enano entró en la habitación donde estaban el pequeño y su madre. Las pupilas de Winillyn se dilataron y una gran alegría la invadió. Aquel que había entrado no era otro que su marido Mawlin, el padre del niño.

Mawlin sonrió y corriendo abrazó a la tabernera. Tras unos instantes ambos se separaron y el padre del pequeño dijo que había venido lo antes posible y comenzó a contar todo lo que había hecho durante los días pasados que no estuvo, pues él se encontraba de viaje en las montañas fronterizas de Dun Morogh cumpliendo con su deber de paladín. Tras un rato hablando cogió a su hijo por la cintura y lo alzó mirándole a la cara, “Bueno, ¿y a ti como te vamos a llamar hijo mío?” dijo, y comenzó a reír de felicidad abrazando al pequeño.

Por la noche los tres durmieron juntos, Winillyn contó a Mawlin como fue el parto y le habló de la ayuda que le habían ofrecido el soldado y el herrero mientras el padre de familia colocaba unos leños para hacer un fuego que mantuviese el hogar caldeado. Cuando terminó se metió en la cama y preguntó:
“¿Has pensado algún nombre?”
La enana no dijo nada pero negó con la cabeza y Mawlin puso un rostro pensativo. Al cabo de unos segundos Mawlin volvió a hablar:
“Oye, Winillyn, se me ha ocurrido una idea. Tú me has dicho que te ayudaron un soldado y un herrero pero que no te dijeron sus nombres, pues se me ha ocurrido un nombre. En honor al soldado que te salvó, le llamaremos en parte Ábinar, el Dios enano de la guerra, y en honor al herrero que te cuidó le llamaremos en parte Gorgorín, Dios enano de la herrería. Así, nos quedará Ábigor. Dime, ¿qué te parece?”

A Winillyn realmente le pareció una idea estupenda y le dijo a Mawlin que le parecía perfecto con una gran sonrisa. Finalmente ambos miraron a la vez a su hijo y dijeron en voz baja:

“Descansa Ábigor”.

El descubrimiento de Scarlett (pj para el WOW)

Era una noche tranquila en las tierras de Quel´Thalas, las estrellas cubrían el cielo azulado y una pequeña nube rosada brillaba a su paso sobre la Luna. El tono claro del humo que se veía al norte indicaba que la gran batalla había terminado. Mientras tanto, los árboles cubrían de la ligera brisa nocturna dos siluetas sentadas frente a una pequeña hoguera. Las caras resplandecientes por el fuego y los largos cabellos indicaban la presencia de dos elfos nobles. El silencio era roto por el más joven de los dos:

-"Maestro, dígame, ¿como puede saber que Silvermoon ha salido victoriosa de la batalla? aun no comprendo como puede saberlo"-.

Tras unos segundos -"veo que últimamente está poco hablador mi señor Gáladar, supongo que todos los hechos acontecidos le han dado mucho en que pensar"-.

-"Desde luego que me han dado en que pensar, son momentos muy delicados y hay que saber interpretar las señales"-.

-"Si pero maestro, yo por mucho que pienso no se como sabe que Silvermoon ha salido victoriosa, nadie nos ha informado de tal cosa y las premisas no eran nada buenas, no es que dude de usted por supuesto"-.

Tras un suspiro el elfo de mayor edad contesto -"Larután ya se que no dudas de mi pero dime, ¿quién ha dicho que la gran ciudad ha vencido?"-.

-"Bueno, nosotros nos dirigimos hacia allí ahora y usted dijo que cree que la ciudad no caerá en manos de la plaga"-.

-"Larután vuelves a confundir mis palabras, yo tengo una opinión que no tiene porque corresponderse con lo sucedido, además, ¿ya has olvidado lo que viste? aunque Silvermoon hubiera caído estrepitosamente estamos en la obligación de ir allí y avisar de lo acontecido, la cabeza no solo esta para llevar el casco"-.

-"Lo siento lleva razón, como siempre, esa es la razón de que pensara que la ciudad había vencido"-.

-"Esperemos que llevemos razón Larután, pues la plaga no se detendría jamás... ya ha traído demasiada muerte y destrucción a nuestro pueblo"-.

-"Si, cuando doy marcha atrás en el tiempo no lo puedo asimilar, familiares y amigos...la iglesia y la torre en llamas..."-.

En ese momento el joven elfo dejo de hablar y se quedo mirando el fuego con un rostro de pena. El maestro viendo el mal estado de su alumno y con el objetivo de que dejara de pensar en el pasado le mando a buscar un par de troncos para tener la hoguera encendida durante toda la noche.
Mientras el elfo de cabellos rubios recogía leña, él se acerco sigilosamente a unas pieles que había depositadas en el suelo a apenas medio metro y susurró a algo que se encontraba en su interior:

-"Descansa pequeña, mañana llegaremos a la ciudad y será un día duro"-.

La noche transcurrió serena para los elfos que mantuvieron la guardia en todo momento realizando pequeños descansos individuales. Al amanecer los primeros rayos de sol atravesaban una ligera bruma y hacían brillar sus doradas armaduras apoyadas en un viejo árbol, ambos recogieron los utensilios de cocina que habían utilizado, se colocaron sus placas y emprendieron su viaje. Larután llevaba a la niña entre sus brazos la cual no rechistó durante horas hasta que llegaron a un lugar lleno de deshechos, tierra putrefacta y cadáveres en descomposición que marcaban una enorme brecha en el terreno que iba de Norte a Sur. La niña comenzó a llorar y el rubio elfo quedo atónito.

-"Oh no, ¿qué ha sucedido? ¿Qué es toda esta destrucción y este olor fétido? ni en mis peores pesadillas pude ver jamás algo tan horroroso"-.

-"Es terrible sin duda, esto es lo único que deja el mal de nuestros enemigos y por desgracia es el camino que deberemos seguir hasta llegar a Silvermoon. Esperemos que no haya enemigos en la travesía"-.

Comenzaron a andar siguiendo hacia el Norte por el extremo derecho de la hendidura durante un par de horas, mientras la niebla de la mañana comenzaba a ser cada vez más espesa, hasta que la niña rompió a llorar de nuevo. Unos segundos más tarde, tres seres pútridos y sucios aparecieron de entre la maleza y avanzaron corriendo hacia los elfos. Larután dejó a la niña en el suelo entre las pieles y sacó su mandoble de la espalda, mientras su maestro empuñó maza y escudo. Las criaturas estaban prácticamente sobre ellos y la reacción no se hizo esperar, el mandoble dio un giro preciso en el aire e impacto a la altura de la cabeza de uno de los monstruos que cayó al suelo con una brutal fuerza y aparentemente muerto, escupiendo un denso líquido oscuro por la brecha que había causado el golpe. Simultáneamente otro de los monstruos daba un zarpazo a Larután en el brazo que hirió levemente al joven elfo, el cual, perdió el equilibrio. Gáladar levantó el brazo en el que tenía la maza y provocó un profundo terror en la criatura que había golpeado a su discípulo lo que hizo que ésta se alejara corriendo abandonado el combate, mientras con la otra mano detenía con su escudo las garras de un golpe que había asistido el tercer adversario. Rápidamente con otro movimiento de su brazo desprendió un destello luminoso sobre su enemigo, al cual, le causo un shock instantáneo que hizo que se desplomara como si de un árbol talado se tratase.

El combate había finalizado y tras guardar sus armas preguntó:

-"¿Cómo se encuentra tu brazo?"-.

-"Mmmh, bien, solo ha sido un rasguño sin importancia maestro"-.

Gáladar agarró el brazo de Larután y un aura luminosa emergió de sus manos durante unos segundos. Cuando soltó al joven elfo no había señal alguna de la herida y tampoco de dolor.

-"Se lo agradezco mucho mi señor, ahora me siento mucho mejor"-.

-"Bueno, no creas que lo hice por gusto, si estuvieras herido, ¿quién crees que tendría que llevar a la niña?"-.

Gáladar mostró una pequeña sonrisa e indicó a su alumno que cogiera a la niña para continuar el camino.

Todo transcurrió con normalidad durante toda la mañana, la niebla había desaparecido y Larután que iba detrás miraba hacia la derecha, hacia el bosque, mientras evitaba girar la cabeza para no ver la destrucción de la plaga a su izquierda. Las dudas le volvieron a invadir hasta que al final no pudo evitar preguntar:

-"Maestro, estaba pensando en la lucha que hemos tenido esta mañana y aun no me explico como esos seres pueden hacer frente a Silvermoon, aun estando en mayoría de efectivos. Son frágiles y débiles y no tienen inteligencia, atacan como las bestias"-.

-"Esas criaturas que esta mañana nos atacaron no lucharon contra Silvermoon, tan solo hace unos días defendían nuestra ciudad"-.

-"¿Cómo? ¿Pero cómo puede ser? ¡Son monstruos!"-.

Con cara triste Gáladar contesto -"Son monstruos si, zombies sin alma, pero no los odies, no a ellos sino a quienes les hicieron eso... lo que quiero decir Larután es que los seres que nos atacaron eran elfos nobles, defensores de nuestras tierras y transformados en abominaciones por los no-muertos de la plaga, ¡malditos sean!"-.
Tras un corto silencio: -"Perdóname, el odio me invadió"-.

-"No se preocupe mi señor, comprendo lo que siente, mis pensamientos hacia ellos son parejos a los suyos aunque yo no sabía que eran capaces de ir tan lejos"-.

-"Su único objetivo es la destrucción de todo ser viviente, pero eso no es lo peor, corrompen las almas impidiendo el descanso eterno de los muertos"-.


Ambos dejaron de hablar y prosiguieron la marcha, Gálaran frunció el ceño y divisó a lo lejos las grandes murallas de la ciudad de los elfos nobles, Silvermoon. Se podía observar una gran grieta en ella, las fuerzas oscuras habían logrado perforarla pero alrededor no se veía más que los restos de lo que fue una gran batalla, a pesar de la neblina se podían contemplar cadáveres de todo tipo de monstruos y también los cuerpos de muchos elfos con sus armaduras, había carros de asedio deteriorados y algunos aun en llamas, muchas armas de todo tipo y también pequeñas estructuras destrozadas y con un líquido verde y espeso derramado por la tierra.
Avanzaron entre los muertos y los restos de la batalla hasta llegar al portón, el cual se encontraba en un estado deplorable aunque seguía dando una gran impresión de fortaleza. Estaba cerrado, no había manera posible de entrar y no había rastro de la existencia de ningún vigilante, soldado o ciudadano por los alrededores. Los peores pensamientos se adentraban poco a poco en los dos elfos y empezaban a tener la sensación de que en el interior de la ciudad no encontrarían a nadie de su raza sino más bien un puñado de muertos vivientes y demonios haciendo pedazos las últimas edificaciones que quedaran en pie.
Gáladar hizo un gesto a Larután para que le siguiera a la grieta de la muralla esquivando las grandes rocas que se habían desprendido del muro debido a la intensa ofensiva. Momentos antes de adentrarse en la cuidad y poder saber que ocurría en sus profundidades la niña que estaba dormida abrió los ojos y comenzó a llorar.
-"Mi señor la niña a empezado a llorar de nuevo, algo me dice que no nos va a gustar lo que vamos a ver"-.

-"Veo que tu también te has dado cuenta, cada vez que algo negativo va a suceder la niña gimotea y se queja, me pregunto si será casualidad y si más allá de toda su inocencia tendrá la comprensión propia de un adulto hasta el punto de percibir cosas que ni siquiera nosotros llegamos a entender. Lo que es seguro es que por el momento su intuición no ha fallado"-.

El elfo de rubia cabellera se quedó un poco extrañado sin llegar a entender con seguridad las palabras de su maestro. Los dos juntos se adentraron en la grieta y llegaron a su destino, como la niña había adivinado no les iba a gustar lo que iban a ver. Las calles de la ciudad también estaban repletas de cadáveres en su mayoría de elfos, el suelo se mostraba en un tono rojizo a causa de la sangre derramada y gran parte de los edificios estaban calcinados y destruidos. Aun así tampoco se veía ni huella de la plaga.

En ese momento Gáladar sintió una gran debilidad y se arrodilló en el suelo, la vista se le comenzó a nublar y perdió la noción del tiempo durante unos segundos, sus oídos no escuchaban las palabras de su compañero, preocupado al ver la situación.
Poco a poco su estado mejoró en cuestión de pocos minutos y al levantarse le dijo a Larután que le siguiera. Caminó a gran velocidad a través de la ciudad ruinosa hasta que llegaron al centro de la misma. La devastación en este punto era mayor, todo eran cenizas, y la cara de preocupación se acentuó en los dos elfos. La Fuente del Sol estaba completamente destruida, no había rastro de los escudos que la rodeaban y toda la energía de la ciudad se había dispersado. Arthas Menethil había vencido, absorbiendo la energía de la Fuente y usándola para reanimar el espíritu de Kel´Thuzad.

-"Larután, si tu hubieras estado en la batalla y hubieras sobrevivido, ¿a donde te habrías dirigido?"-.

-"Pues no se, a las montañas creo"-.

-"Eso creo yo también, salgamos de la ciudad. Aquí no estamos seguros y podría ser que aun haya enemigos"-.

Las montañas no estaban muy lejos y partieron con urgencia. En la pequeña travesía los elfos se fueron sintiendo cada vez más débiles, sobretodo Gáladar que tuvo que detenerse en un par de ocasiones a descansar. Cuando llegaron a las montañas no tardaron en encontrar a más de su raza escondidos de la plaga. Allí se encontraban algunos líderes elfos pero el rey Anasterian había caído en combate y los pocos supervivientes que quedaban estaban muy débiles y morían sin razón aparente. No tardarían en descubrir que el abuso de la energía de la Fuente del Sol les había producido tal necesidad de ella que muchos no podrían sobrevivir con esa ausencia.

Durante el día Larután habló con unos y otros interesado en los detalles de la caída de Silvermoon mientras Gáladar se reunió con los dirigentes de su orden. Al llegar el crepúsculo el joven elfo fue reclamado por su maestro y éste se apresuró en llegar a la cueva donde estaban congregados Gáladar y cuatro miembros de la orden de paladines cuyos aspectos hacían suponer que tenían altos rangos.

-"Gracias por venir Larután, ¿cómo te encuentras?"-.

-"Estoy muy cansado mi señor, pero estoy bien"-.

-"Nos alegramos de que estés bien, tienes una gran fortaleza. Te he hecho llamar para que cuentes a todos lo que viste la noche que fuisteis atacados por la plaga"-.

-"Muy bien maestro, todo comenzó hace varias lunas, mi pueblo estaba muy tranquilo y algunos vimos a poca distancia una humareda que se acercaba, como si se acercara una estampida de kodos. Todos habíamos oído hablar de unos seres que procedían del Sur y que arrasaban todo a su paso y que estaban comandados por el príncipe Arthas, nuestros corazones se encogieron cuando fuimos capaces de ver la terrible situación que se nos avecinaba, criaturas parecidas a arañas, muertos vivientes, abominaciones, carros de asedio, se acercaban a gran velocidad..."-.

-"Dime chico, ¿visteis a Arthas? ¿Visteis al traidor? contesta"- interrumpió uno de los paladines que allí había.

-"Calla Galiel, deja que el muchacho termine. Continúa Larután"- replicó Gáladar.

-"Ehmm, bueno realmente todo sucedió muy rápido, cuando llegaron atacaron y arrasaron mi pueblo en poco tiempo, apenas fuimos capaces de actuar y pocos pudimos salir con vida de allí, todo eran llamas y humo. Yo conseguí escapar y recogí de las calles a la niña que trajimos con nosotros, ¡es increíble! esa noche estaba llorando y así es como la pude encontrar, cuando me acerque a ella me quedé paralizado, no me podía mover. De repente una especie de ilusión, surgió de la nada en el aire, un círculo de vapores diría, no se como describirlo pero creo que la pequeña fue quien lo produjo. Dentro pude observar Silvermoon pero en un estado de gran esplendor aunque con marcas visibles de una guerra, era como si hubiera sido reconstruida"-.

Otro de los paladines intervino: -"Detente un momento, tu relato ya lo conocemos pero en boca de Gáladar, lo que viste parece ser, como tu bien has dicho, una ilusión pero contéstame a una pregunta, en esa visión, con todo lo que pudiste ver en ella, ¿crees que podría ser una imagen del futuro? ¿Una señal para el destino de los elfos tal vez?"-.

-"Si, eso creo, me ha leído el pensamiento... bueno, eso quiero creer, me gustaría ver la cuidad alzada de nuevo. No crea que estoy loco señor"-.

-"No lo creo, de ser así seriamos muchos locos aquí, aun tenemos un mínimo de esperanza para nuestro pueblo"-.

Después de estar hablando pidieron a Larután que saliera fuera de la cueva para discutir algunas cuestiones, el cual accedió y se marchó de allí.
Los cinco paladines que quedaron en la cueva y tras escuchar el relato del joven elfo, estuvieron hablando toda la noche de como solucionar la situación de los elfos, a menudo salía un nombre, Kael´Thas, heredero al trono, y una profecía de viejos manuscritos, "cuando la gran cuidad de los elfos caiga y las esperanzas estén perdidas, surgirán los grandes héroes de Quel´Thalas".

A la mañana siguiente todo estaba muy silencioso, a lo lejos se podía observar la gran chimenea de humo que desprendía la cuidad en medio de un cielo azulado, ni el más mínimo rastro de animales había en las montañas, algunos elfos enfermos no habían sido capaces de sobrevivir a la ausencia de las fuerzas arcanas y muy pocos tenían energía para enterrar a sus compañeros. Larután había madrugado para hablar con Gáladar, quería saber cuando empezaría su adiestramiento en la Luz. Gáladar sabía que su discípulo no estaba hecho para ser paladín y se lo comunicó, el elfo clavó las rodillas en el suelo entristecido y Gáladar le levantó con gran esfuerzo, pues se encontraba muy débil.

-"No me interpretes mal, mírate, eres joven, tienes gran fortaleza, muchos se han debilitado y tu aun sigues enérgico, trajiste a la niña en brazos durante muchos días y aun sigues con fuerza para esgrimir tu mandoble. No te entristezcas porque no veo un paladín frente a mi, alégrate porque lo que estoy viendo es un gran guerrero elfo"-.

-"Perdóneme maestro…"-.

-"Ya no me llames maestro Larután, conozco gente que te puede enseñar como esgrimir tu espada con gran poder..."-.

En ese mismo momento, Gáladar fue interrumpido por un elfo con aspecto de campesino y le dijo a ambos que le siguieran. Ambos le persiguieron tan rápido como pudieron hasta llegar a un gran grupo de elfos situados circularmente, todos estaban sorprendidos incluidos los paladines de alto rango que habían venido de la cueva. Todos miraban a la niña, dormida en unas pieles de oso que la protegían del frío, de su frente salía una nueva visión, imágenes de un gran demonio, un monstruo alado y con enorme cornamenta que hacía temblar a todos los que allí se encontraban. La nube de gas se veía clara, nuevas imágenes se sucedían, elfos y otras razas luchaban juntas contra el demonio en una batalla de grandes magnitudes en la que parecía que la gigantesca criatura no sufría daño alguno a pesar de los intentos de trolls, no-muertos, taurens, orcos y elfos nobles, de hacerla doblegarse. Rayos y fuego impactaban sobre la gruesa coraza que tenía por piel el demonio, hasta que este soltó un gran rugido que hizo que la mayoría retrocedieran unos pasos. Sus golpes cada vez eran más duros y muchos de los valientes que luchaban contra él empezaron a caer, no obstante y aunque pudiera parecer lo contrario el monstruo también se resentía de la insistencia de todos los que quedaban en pie hasta que finalmente comenzó a tambalearse hasta que su enorme cuerpo no pudo aguantar más. El malvado ser cayó estrepitosamente produciendo un gran temblor del terreno y levantando una gran humareda. Cuando el polvo comenzó a posarse se podía ver a varios supervivientes, la ilusión se centró en una joven con una túnica gris que tapaba su rostro y que estaba resucitando a los caídos en el combate. La visión que tan nítida se veía se comenzó a desvanecer en el aire pero no sin antes mostrar el rostro de la joven, que al terminar su labor se quitó el capuchón y dejó ver su raza elfa, ojos verdes y brillantes, cejas puntiagudas y una gran melena rubia que danzaba en el viento.

Larután se apresuró a coger a la niña mientras el resto de gente estaba perpleja por el espectáculo que se había mostrado frente a ellos, aun estaban asimilando lo que habían visto cuando un murmullo se empezó a escuchar entre la multitud llegando a las finas orejas tanto de Gáladar como de los otros paladines, los cuales se acercaron al lugar. Hicieron apartarse a toda la gente de esa zona de la muchedumbre y avanzaron con dificultad hasta que lograron ver lo que sucedía. Ninguno conseguía entender lo que estaban observando, una joven elfa superviviente de la batalla en la ciudad vestida con ropas sucias y andrajosas. Una elfa de ojos verdes y brillantes, cejas puntiagudas y una gran melena rubia que danzaba en el viento. Una elfa que a pesar de tener el rostro algo manchado y arañado era idéntica a la que estaba en el punto de mira de todos en la ilusión producida por la niña.
Gáladar se rehizo de todo lo que había visto en unos minutos y le preguntó a la joven por su nombre y ella, que realmente era la más asustada de todos y la que menos entendía lo que estaba ocurriendo, contestó con voz tímida y floja, casi en un susurro:

-"Scarlett"-.

Nada extraordinario volvió a suceder en las montañas ese día, las gentes que poblaban la zona volvieron poco a poco a la vida normal que poseían desde que llegaron a ese lugar y tanto los paladines, Gáladar, Larután y la niña, y Scarlett se quedaron en la cueva estudiando lo acontecido esa mañana. Los paladines junto a Gáladar y Larután pensaban que las visiones de la niña eran señales que mostraban el destino de los elfos, no obstante sus pensamientos no eran más que un deseo pues parecía lo único a lo que en esos momentos se podía agarrar toda su raza, la única esperanza que les quedaba. La verdad solo el tiempo dejaría que se mostrara.

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Hsitorial de Zafero (pj para el WOW)

Era una noche estrellada y clara, las nubes parecían haberse marchado para no volver nunca y la flora descansaba sin ser molestada por el viento. La Luna llena se refejaba en el estanque iluminándolo con intensidad en el mismo instante en que desapareció y fue sustituida por ondas brillantes y circulares que rapidamente dejaron ver de nuevo la intensa luz.

¡Splash...Splash...Splash, splash, splash!
-"¡Lástima!, no consigo pasar de cinco, mmmh, ¡esta si!, esta piedra tiene buena forma, seguro que esta vez si que lo consigo"-
-"¡Zafero! ¿Qué estás haciendo ahí fuera? ¡Ven ya, la cena se va a enfriar!-
-"¡Ya voy mama, lanzo la última y voy!"-
-"¡No!¡He dicho que vengas ya!"-
-"¡Esta bien!¡Ya voy! pero a ti te guardaré para después, una piedra tan buena no se encuentra todos los días"-.

Zafero entró en una gran tienda con una hoguera central que la iluminaba levemente. Su sombra y la de su madre proyectaban en las paredes y los dibujos que en ellas habían parecían estar en movimineto. También se podía observar una mesa de madera un tanto vieja y corroída, con dos grandes trozos de jabalí asado que habían sido cocinados por la madre de Zafero.

-"¿Hay más?"-
-"Si aun no te has comido ese trozo, comes más por los ojos que por la boca"-
-"No mamá, es que prefiero muslo, no es que no me gusten las costillas pero el muslo es lo mejor"-
-"Termínate lo que te he puesto y luego te pondré el muslo"-
-"¡Bien!-

La cena transcurrió con normalidad y tras un rato de reposo, Trama, la madre de Zafero, apagó el fuego y salió de la tienda junto con su hijo. Los dos andaron hasta un pequeño monte situado a unos pocos metros de la aldea y allí se reunieron con otros tauren vecinos que estaban sentados mirando a lo lejos, concentrados, sobre las montañas. No había machos adultos entre la pequeña multitud, solo hembras con sus pequeños hijos. Zafero y Trama con discreción también se sentaron sobre la verde hierba y al igual que los demás se concentraron en intentar ver que sucedía tras las montañas.
Un humo espeso salía tras los elevados picos, destellos de fuego y rayos se dejaban ver cada pocos minutos, criaturas voladoras de gran tamaño y aspecto terrorífico se distinguían cuando se elevaban muy alto, el rugir de algunas bestias y los cuernos de los extranjeros se podían escuchar ligeramente cuando no cantaban los insectos o las ranas, lluvias heladas o de piedras que emanaban fuego caían del cielo con violencia... De repente un gran resplandor iluminó la montaña seguido de un gran estruendo parecido a un trueno, Zafero asustado agarró la pezuña de su madre sin dejar de mirar la luz.

-"Bueno hijo, creo que ya es bastante tarde, ¿no crees que deberiamos irnos?"-
-"Espera un poco más por favor"-
-"De acuerdo"-
-"¿Cuando se acabará la guerra? yo quiero que papá venga ya, además me iba a enseñar a hacer un totem..."-
-"No lo se Zafero, creo que pronto terminará todo"-

A la mañana siguiente el joven tauren se levantó muy temprano, salió de la tienda silenciosamente y una vez fuera comprobó que su piedra seguía en su bolsillo, apenas podía abrir los ojos debido a los rayos del Sol pero eso no le impidió correr hasta llegar al estanque donde se lavó la cara.

-"Oh si, que refrescante, ahora que estoy despejado podre superar mi mejor lanzamiento".

Zafero lanzó su piedra, la cual, botó otra vez cinco veces sobre el agua.

-"Por la madre tierra, no puede ser, maldita sea, jamás podré hacer más".

En ese mismo instante un tauren adulto, con unas ropas extrañas hechas con hojas y ramas, llegó al estanque, se colocó junto al joven, miró al suelo y cogió una piedra.

-"Observa chico".

La piedra salió de la pezuña del tauren y comenzó a dar botes en el agua hasta llegar a la otra orilla, donde espantó a una ardilla que pasaba por allí. Zafero se quedó boquiabierto contando las ondas que se habían formado en el pequeño lago.

-"¡Por la madre tierra! ¿Cómo ha hecho eso? ¿cuando se lo cuente a mis amigos no se lo van a creer?"

- "Bueno muchacho para un druida no es muy dificil, solo tienes que comprender a la naturaleza y ella te dará la solución. Además si te rindes es cuando jamás podrás superarte".

-"¿Un druida?"-

Zafero no encontró respuesta pues cuando miró a su lado el tauren ya no estaba, se había esfumado misteriosamente dejando al pequeño Tauren tan sorprendido como confuso, y con una idea clara, quería ser un druida. Allí se quedó toda la mañana tirando piedras al estanque hasta que el hambre se adueño de él.
Caminaba de regreso a su cabaña siguiendo la línea de hierba pisada hasta que se adentró en ella encontrándose con su madre a la que preguntó:

-"Mama, ¿como puedo ser un druida?"-.

domingo, 8 de marzo de 2009

The Secret of Monkey Island

Debo reconocer que he pasado delante del ordenador un pequeña parte de mi vida picado con muchos juegos, y lo cierto es que tengo rucuerdos muy buenos.
El género que más me ha gustado sin duda ha sido el de las aventuras gráficas, tenían un algo especial que no tenían otros generos. En mi opinión eran los que más exigían a la creatividad de los diseñadores, que les obligaban a caracterizar mejor a los personajes, hacer buenos guinoes, crear una ambientación que exigía una notable imaginación y una buena música, siempre con toques de humor y creando auténticos comederos de cabeza para poder avanzar en la historia... a lo mejor me estoy flipando pero es que como he dicho antes tengo muy buenos recuerdos. Lástima que este género haya decaido tanto con el tiempo y que este mundo comercial en el que vivimos casi las borrara del mapa.

Cuento este rollo porque creo que hablaré de muchas de ellas poco a poco. La primera que jugué y con una de las que más sonrio cuando miro atrás es "The Secret of Monkey Island", una aventura basada en un chico que quiere llegar a ser un gran pirata.
Recuerdo que mi vecino, un serio profesor de matemáticas, me dijo que si me gustaban los juegos, le dije que si y me contestó con otra pregunta mucho más complicada: "¿te gusta pensar?", no recuerdo que fue lo que le dije a continuación pero si recuerdo un silencio prolongado antes de contestar. El se lo había comprado, me hizo una copia y me lo dio unos días después.

Volviendo a "The Secret of Monkey Island" resumo que tiene todas las caraterísticas que puse por ahí arriba y alguna más, un juego bastante conocido y que muchos ya sabrán a que me refiero, aunque claro, tiene muchos años y algunos que lo vieran ahora dirían: "¿qué es esto? menudo truño". A mi el tiempo que tiene este juego me dice que es mejor de lo que pensaba en su día ya que he visto que no han sido capaces de sacar algo que se asimile en creatividad, es un clásico como muchas de las aventuras de la famosa LucasArts.

Para los fans de la saga recomiendo que lean la sección de curiosidades de la Wikipedia por si hay algo que no supieran ya, para los que no son fans recomiendo que lo jueguen jeje, eso sí, si son capaces de amoldarse a un juego con casi 20 años de antigüedad. Aquí dejo la intro:



http://www.youtube.com/watch?v=WjvD3C_nvBk

viernes, 28 de noviembre de 2008

Prisillas para nada

Otra de mis observaciones diarias y que no acabo de entender muy bien, a lo mejor alguien que lea esto algún día es capaz de explicarmelo jeje. Tanto en el metro como en el autobús, al llegar al destino deseado, la gente parece que echa una carrera para salir lo antes posible, hasta ahí todo normal porque supones que llevan prisa. La cuestión es que se toman unas molestias increíbles para salir los primeros pero una vez fuera, la mayoría van a paso de tortuga y si no estás espabilao te tienes que fumar una cola de lentorros que harán todo lo que puedan para no dejarte que circules como es debido.

La reflexión que saco en el mismo instante que me ocurre es que la gente está un poco mal, si me pillan en un día de cabreo soy más brusco en mis conclusiones: "este tio es gilipollas", "Vamos rica, muevete de una puta vez", "joooder, la madre que los parió hostia"... a lo mejor el que está un poco mal soy yo al final jaja, pero es lo que tiene estar cabreado, pierdes el autocontrol.

Cuando ya estoy más frio pienso en el mundo de hoy, las personas buscamos la comodidad pero a un precio muy alto (alto en todos los sentidos), trabajamos, nos estresamos, nos comprometemos en cosas que ni nos da tiempo a hacer... ¿disfrutamos nuestro tiempo libre? muchas veces si, pero otras veces es más complicado. Cada persona se estresa más o menos pero si que da la sensación de alteración general.

Otra forma de pensar es la evolución, es necesaria y mucho pero ¿lo hacemos de forma correcta?. Puede que llegar hasta esta conclusión me haya venido por el último libro que he leído "Un mundo feliz" pero no se la respuesta, ¿al final nos movemos al ritmo que interesa a unos pocos? ¿somos libres de hacer lo que queramos?

Bueno, ahí dejo mis preguntas, cada uno tendrá su propia respuesta.