lunes, 18 de mayo de 2009

El descubrimiento de Scarlett (pj para el WOW)

Era una noche tranquila en las tierras de Quel´Thalas, las estrellas cubrían el cielo azulado y una pequeña nube rosada brillaba a su paso sobre la Luna. El tono claro del humo que se veía al norte indicaba que la gran batalla había terminado. Mientras tanto, los árboles cubrían de la ligera brisa nocturna dos siluetas sentadas frente a una pequeña hoguera. Las caras resplandecientes por el fuego y los largos cabellos indicaban la presencia de dos elfos nobles. El silencio era roto por el más joven de los dos:

-"Maestro, dígame, ¿como puede saber que Silvermoon ha salido victoriosa de la batalla? aun no comprendo como puede saberlo"-.

Tras unos segundos -"veo que últimamente está poco hablador mi señor Gáladar, supongo que todos los hechos acontecidos le han dado mucho en que pensar"-.

-"Desde luego que me han dado en que pensar, son momentos muy delicados y hay que saber interpretar las señales"-.

-"Si pero maestro, yo por mucho que pienso no se como sabe que Silvermoon ha salido victoriosa, nadie nos ha informado de tal cosa y las premisas no eran nada buenas, no es que dude de usted por supuesto"-.

Tras un suspiro el elfo de mayor edad contesto -"Larután ya se que no dudas de mi pero dime, ¿quién ha dicho que la gran ciudad ha vencido?"-.

-"Bueno, nosotros nos dirigimos hacia allí ahora y usted dijo que cree que la ciudad no caerá en manos de la plaga"-.

-"Larután vuelves a confundir mis palabras, yo tengo una opinión que no tiene porque corresponderse con lo sucedido, además, ¿ya has olvidado lo que viste? aunque Silvermoon hubiera caído estrepitosamente estamos en la obligación de ir allí y avisar de lo acontecido, la cabeza no solo esta para llevar el casco"-.

-"Lo siento lleva razón, como siempre, esa es la razón de que pensara que la ciudad había vencido"-.

-"Esperemos que llevemos razón Larután, pues la plaga no se detendría jamás... ya ha traído demasiada muerte y destrucción a nuestro pueblo"-.

-"Si, cuando doy marcha atrás en el tiempo no lo puedo asimilar, familiares y amigos...la iglesia y la torre en llamas..."-.

En ese momento el joven elfo dejo de hablar y se quedo mirando el fuego con un rostro de pena. El maestro viendo el mal estado de su alumno y con el objetivo de que dejara de pensar en el pasado le mando a buscar un par de troncos para tener la hoguera encendida durante toda la noche.
Mientras el elfo de cabellos rubios recogía leña, él se acerco sigilosamente a unas pieles que había depositadas en el suelo a apenas medio metro y susurró a algo que se encontraba en su interior:

-"Descansa pequeña, mañana llegaremos a la ciudad y será un día duro"-.

La noche transcurrió serena para los elfos que mantuvieron la guardia en todo momento realizando pequeños descansos individuales. Al amanecer los primeros rayos de sol atravesaban una ligera bruma y hacían brillar sus doradas armaduras apoyadas en un viejo árbol, ambos recogieron los utensilios de cocina que habían utilizado, se colocaron sus placas y emprendieron su viaje. Larután llevaba a la niña entre sus brazos la cual no rechistó durante horas hasta que llegaron a un lugar lleno de deshechos, tierra putrefacta y cadáveres en descomposición que marcaban una enorme brecha en el terreno que iba de Norte a Sur. La niña comenzó a llorar y el rubio elfo quedo atónito.

-"Oh no, ¿qué ha sucedido? ¿Qué es toda esta destrucción y este olor fétido? ni en mis peores pesadillas pude ver jamás algo tan horroroso"-.

-"Es terrible sin duda, esto es lo único que deja el mal de nuestros enemigos y por desgracia es el camino que deberemos seguir hasta llegar a Silvermoon. Esperemos que no haya enemigos en la travesía"-.

Comenzaron a andar siguiendo hacia el Norte por el extremo derecho de la hendidura durante un par de horas, mientras la niebla de la mañana comenzaba a ser cada vez más espesa, hasta que la niña rompió a llorar de nuevo. Unos segundos más tarde, tres seres pútridos y sucios aparecieron de entre la maleza y avanzaron corriendo hacia los elfos. Larután dejó a la niña en el suelo entre las pieles y sacó su mandoble de la espalda, mientras su maestro empuñó maza y escudo. Las criaturas estaban prácticamente sobre ellos y la reacción no se hizo esperar, el mandoble dio un giro preciso en el aire e impacto a la altura de la cabeza de uno de los monstruos que cayó al suelo con una brutal fuerza y aparentemente muerto, escupiendo un denso líquido oscuro por la brecha que había causado el golpe. Simultáneamente otro de los monstruos daba un zarpazo a Larután en el brazo que hirió levemente al joven elfo, el cual, perdió el equilibrio. Gáladar levantó el brazo en el que tenía la maza y provocó un profundo terror en la criatura que había golpeado a su discípulo lo que hizo que ésta se alejara corriendo abandonado el combate, mientras con la otra mano detenía con su escudo las garras de un golpe que había asistido el tercer adversario. Rápidamente con otro movimiento de su brazo desprendió un destello luminoso sobre su enemigo, al cual, le causo un shock instantáneo que hizo que se desplomara como si de un árbol talado se tratase.

El combate había finalizado y tras guardar sus armas preguntó:

-"¿Cómo se encuentra tu brazo?"-.

-"Mmmh, bien, solo ha sido un rasguño sin importancia maestro"-.

Gáladar agarró el brazo de Larután y un aura luminosa emergió de sus manos durante unos segundos. Cuando soltó al joven elfo no había señal alguna de la herida y tampoco de dolor.

-"Se lo agradezco mucho mi señor, ahora me siento mucho mejor"-.

-"Bueno, no creas que lo hice por gusto, si estuvieras herido, ¿quién crees que tendría que llevar a la niña?"-.

Gáladar mostró una pequeña sonrisa e indicó a su alumno que cogiera a la niña para continuar el camino.

Todo transcurrió con normalidad durante toda la mañana, la niebla había desaparecido y Larután que iba detrás miraba hacia la derecha, hacia el bosque, mientras evitaba girar la cabeza para no ver la destrucción de la plaga a su izquierda. Las dudas le volvieron a invadir hasta que al final no pudo evitar preguntar:

-"Maestro, estaba pensando en la lucha que hemos tenido esta mañana y aun no me explico como esos seres pueden hacer frente a Silvermoon, aun estando en mayoría de efectivos. Son frágiles y débiles y no tienen inteligencia, atacan como las bestias"-.

-"Esas criaturas que esta mañana nos atacaron no lucharon contra Silvermoon, tan solo hace unos días defendían nuestra ciudad"-.

-"¿Cómo? ¿Pero cómo puede ser? ¡Son monstruos!"-.

Con cara triste Gáladar contesto -"Son monstruos si, zombies sin alma, pero no los odies, no a ellos sino a quienes les hicieron eso... lo que quiero decir Larután es que los seres que nos atacaron eran elfos nobles, defensores de nuestras tierras y transformados en abominaciones por los no-muertos de la plaga, ¡malditos sean!"-.
Tras un corto silencio: -"Perdóname, el odio me invadió"-.

-"No se preocupe mi señor, comprendo lo que siente, mis pensamientos hacia ellos son parejos a los suyos aunque yo no sabía que eran capaces de ir tan lejos"-.

-"Su único objetivo es la destrucción de todo ser viviente, pero eso no es lo peor, corrompen las almas impidiendo el descanso eterno de los muertos"-.


Ambos dejaron de hablar y prosiguieron la marcha, Gálaran frunció el ceño y divisó a lo lejos las grandes murallas de la ciudad de los elfos nobles, Silvermoon. Se podía observar una gran grieta en ella, las fuerzas oscuras habían logrado perforarla pero alrededor no se veía más que los restos de lo que fue una gran batalla, a pesar de la neblina se podían contemplar cadáveres de todo tipo de monstruos y también los cuerpos de muchos elfos con sus armaduras, había carros de asedio deteriorados y algunos aun en llamas, muchas armas de todo tipo y también pequeñas estructuras destrozadas y con un líquido verde y espeso derramado por la tierra.
Avanzaron entre los muertos y los restos de la batalla hasta llegar al portón, el cual se encontraba en un estado deplorable aunque seguía dando una gran impresión de fortaleza. Estaba cerrado, no había manera posible de entrar y no había rastro de la existencia de ningún vigilante, soldado o ciudadano por los alrededores. Los peores pensamientos se adentraban poco a poco en los dos elfos y empezaban a tener la sensación de que en el interior de la ciudad no encontrarían a nadie de su raza sino más bien un puñado de muertos vivientes y demonios haciendo pedazos las últimas edificaciones que quedaran en pie.
Gáladar hizo un gesto a Larután para que le siguiera a la grieta de la muralla esquivando las grandes rocas que se habían desprendido del muro debido a la intensa ofensiva. Momentos antes de adentrarse en la cuidad y poder saber que ocurría en sus profundidades la niña que estaba dormida abrió los ojos y comenzó a llorar.
-"Mi señor la niña a empezado a llorar de nuevo, algo me dice que no nos va a gustar lo que vamos a ver"-.

-"Veo que tu también te has dado cuenta, cada vez que algo negativo va a suceder la niña gimotea y se queja, me pregunto si será casualidad y si más allá de toda su inocencia tendrá la comprensión propia de un adulto hasta el punto de percibir cosas que ni siquiera nosotros llegamos a entender. Lo que es seguro es que por el momento su intuición no ha fallado"-.

El elfo de rubia cabellera se quedó un poco extrañado sin llegar a entender con seguridad las palabras de su maestro. Los dos juntos se adentraron en la grieta y llegaron a su destino, como la niña había adivinado no les iba a gustar lo que iban a ver. Las calles de la ciudad también estaban repletas de cadáveres en su mayoría de elfos, el suelo se mostraba en un tono rojizo a causa de la sangre derramada y gran parte de los edificios estaban calcinados y destruidos. Aun así tampoco se veía ni huella de la plaga.

En ese momento Gáladar sintió una gran debilidad y se arrodilló en el suelo, la vista se le comenzó a nublar y perdió la noción del tiempo durante unos segundos, sus oídos no escuchaban las palabras de su compañero, preocupado al ver la situación.
Poco a poco su estado mejoró en cuestión de pocos minutos y al levantarse le dijo a Larután que le siguiera. Caminó a gran velocidad a través de la ciudad ruinosa hasta que llegaron al centro de la misma. La devastación en este punto era mayor, todo eran cenizas, y la cara de preocupación se acentuó en los dos elfos. La Fuente del Sol estaba completamente destruida, no había rastro de los escudos que la rodeaban y toda la energía de la ciudad se había dispersado. Arthas Menethil había vencido, absorbiendo la energía de la Fuente y usándola para reanimar el espíritu de Kel´Thuzad.

-"Larután, si tu hubieras estado en la batalla y hubieras sobrevivido, ¿a donde te habrías dirigido?"-.

-"Pues no se, a las montañas creo"-.

-"Eso creo yo también, salgamos de la ciudad. Aquí no estamos seguros y podría ser que aun haya enemigos"-.

Las montañas no estaban muy lejos y partieron con urgencia. En la pequeña travesía los elfos se fueron sintiendo cada vez más débiles, sobretodo Gáladar que tuvo que detenerse en un par de ocasiones a descansar. Cuando llegaron a las montañas no tardaron en encontrar a más de su raza escondidos de la plaga. Allí se encontraban algunos líderes elfos pero el rey Anasterian había caído en combate y los pocos supervivientes que quedaban estaban muy débiles y morían sin razón aparente. No tardarían en descubrir que el abuso de la energía de la Fuente del Sol les había producido tal necesidad de ella que muchos no podrían sobrevivir con esa ausencia.

Durante el día Larután habló con unos y otros interesado en los detalles de la caída de Silvermoon mientras Gáladar se reunió con los dirigentes de su orden. Al llegar el crepúsculo el joven elfo fue reclamado por su maestro y éste se apresuró en llegar a la cueva donde estaban congregados Gáladar y cuatro miembros de la orden de paladines cuyos aspectos hacían suponer que tenían altos rangos.

-"Gracias por venir Larután, ¿cómo te encuentras?"-.

-"Estoy muy cansado mi señor, pero estoy bien"-.

-"Nos alegramos de que estés bien, tienes una gran fortaleza. Te he hecho llamar para que cuentes a todos lo que viste la noche que fuisteis atacados por la plaga"-.

-"Muy bien maestro, todo comenzó hace varias lunas, mi pueblo estaba muy tranquilo y algunos vimos a poca distancia una humareda que se acercaba, como si se acercara una estampida de kodos. Todos habíamos oído hablar de unos seres que procedían del Sur y que arrasaban todo a su paso y que estaban comandados por el príncipe Arthas, nuestros corazones se encogieron cuando fuimos capaces de ver la terrible situación que se nos avecinaba, criaturas parecidas a arañas, muertos vivientes, abominaciones, carros de asedio, se acercaban a gran velocidad..."-.

-"Dime chico, ¿visteis a Arthas? ¿Visteis al traidor? contesta"- interrumpió uno de los paladines que allí había.

-"Calla Galiel, deja que el muchacho termine. Continúa Larután"- replicó Gáladar.

-"Ehmm, bueno realmente todo sucedió muy rápido, cuando llegaron atacaron y arrasaron mi pueblo en poco tiempo, apenas fuimos capaces de actuar y pocos pudimos salir con vida de allí, todo eran llamas y humo. Yo conseguí escapar y recogí de las calles a la niña que trajimos con nosotros, ¡es increíble! esa noche estaba llorando y así es como la pude encontrar, cuando me acerque a ella me quedé paralizado, no me podía mover. De repente una especie de ilusión, surgió de la nada en el aire, un círculo de vapores diría, no se como describirlo pero creo que la pequeña fue quien lo produjo. Dentro pude observar Silvermoon pero en un estado de gran esplendor aunque con marcas visibles de una guerra, era como si hubiera sido reconstruida"-.

Otro de los paladines intervino: -"Detente un momento, tu relato ya lo conocemos pero en boca de Gáladar, lo que viste parece ser, como tu bien has dicho, una ilusión pero contéstame a una pregunta, en esa visión, con todo lo que pudiste ver en ella, ¿crees que podría ser una imagen del futuro? ¿Una señal para el destino de los elfos tal vez?"-.

-"Si, eso creo, me ha leído el pensamiento... bueno, eso quiero creer, me gustaría ver la cuidad alzada de nuevo. No crea que estoy loco señor"-.

-"No lo creo, de ser así seriamos muchos locos aquí, aun tenemos un mínimo de esperanza para nuestro pueblo"-.

Después de estar hablando pidieron a Larután que saliera fuera de la cueva para discutir algunas cuestiones, el cual accedió y se marchó de allí.
Los cinco paladines que quedaron en la cueva y tras escuchar el relato del joven elfo, estuvieron hablando toda la noche de como solucionar la situación de los elfos, a menudo salía un nombre, Kael´Thas, heredero al trono, y una profecía de viejos manuscritos, "cuando la gran cuidad de los elfos caiga y las esperanzas estén perdidas, surgirán los grandes héroes de Quel´Thalas".

A la mañana siguiente todo estaba muy silencioso, a lo lejos se podía observar la gran chimenea de humo que desprendía la cuidad en medio de un cielo azulado, ni el más mínimo rastro de animales había en las montañas, algunos elfos enfermos no habían sido capaces de sobrevivir a la ausencia de las fuerzas arcanas y muy pocos tenían energía para enterrar a sus compañeros. Larután había madrugado para hablar con Gáladar, quería saber cuando empezaría su adiestramiento en la Luz. Gáladar sabía que su discípulo no estaba hecho para ser paladín y se lo comunicó, el elfo clavó las rodillas en el suelo entristecido y Gáladar le levantó con gran esfuerzo, pues se encontraba muy débil.

-"No me interpretes mal, mírate, eres joven, tienes gran fortaleza, muchos se han debilitado y tu aun sigues enérgico, trajiste a la niña en brazos durante muchos días y aun sigues con fuerza para esgrimir tu mandoble. No te entristezcas porque no veo un paladín frente a mi, alégrate porque lo que estoy viendo es un gran guerrero elfo"-.

-"Perdóneme maestro…"-.

-"Ya no me llames maestro Larután, conozco gente que te puede enseñar como esgrimir tu espada con gran poder..."-.

En ese mismo momento, Gáladar fue interrumpido por un elfo con aspecto de campesino y le dijo a ambos que le siguieran. Ambos le persiguieron tan rápido como pudieron hasta llegar a un gran grupo de elfos situados circularmente, todos estaban sorprendidos incluidos los paladines de alto rango que habían venido de la cueva. Todos miraban a la niña, dormida en unas pieles de oso que la protegían del frío, de su frente salía una nueva visión, imágenes de un gran demonio, un monstruo alado y con enorme cornamenta que hacía temblar a todos los que allí se encontraban. La nube de gas se veía clara, nuevas imágenes se sucedían, elfos y otras razas luchaban juntas contra el demonio en una batalla de grandes magnitudes en la que parecía que la gigantesca criatura no sufría daño alguno a pesar de los intentos de trolls, no-muertos, taurens, orcos y elfos nobles, de hacerla doblegarse. Rayos y fuego impactaban sobre la gruesa coraza que tenía por piel el demonio, hasta que este soltó un gran rugido que hizo que la mayoría retrocedieran unos pasos. Sus golpes cada vez eran más duros y muchos de los valientes que luchaban contra él empezaron a caer, no obstante y aunque pudiera parecer lo contrario el monstruo también se resentía de la insistencia de todos los que quedaban en pie hasta que finalmente comenzó a tambalearse hasta que su enorme cuerpo no pudo aguantar más. El malvado ser cayó estrepitosamente produciendo un gran temblor del terreno y levantando una gran humareda. Cuando el polvo comenzó a posarse se podía ver a varios supervivientes, la ilusión se centró en una joven con una túnica gris que tapaba su rostro y que estaba resucitando a los caídos en el combate. La visión que tan nítida se veía se comenzó a desvanecer en el aire pero no sin antes mostrar el rostro de la joven, que al terminar su labor se quitó el capuchón y dejó ver su raza elfa, ojos verdes y brillantes, cejas puntiagudas y una gran melena rubia que danzaba en el viento.

Larután se apresuró a coger a la niña mientras el resto de gente estaba perpleja por el espectáculo que se había mostrado frente a ellos, aun estaban asimilando lo que habían visto cuando un murmullo se empezó a escuchar entre la multitud llegando a las finas orejas tanto de Gáladar como de los otros paladines, los cuales se acercaron al lugar. Hicieron apartarse a toda la gente de esa zona de la muchedumbre y avanzaron con dificultad hasta que lograron ver lo que sucedía. Ninguno conseguía entender lo que estaban observando, una joven elfa superviviente de la batalla en la ciudad vestida con ropas sucias y andrajosas. Una elfa de ojos verdes y brillantes, cejas puntiagudas y una gran melena rubia que danzaba en el viento. Una elfa que a pesar de tener el rostro algo manchado y arañado era idéntica a la que estaba en el punto de mira de todos en la ilusión producida por la niña.
Gáladar se rehizo de todo lo que había visto en unos minutos y le preguntó a la joven por su nombre y ella, que realmente era la más asustada de todos y la que menos entendía lo que estaba ocurriendo, contestó con voz tímida y floja, casi en un susurro:

-"Scarlett"-.

Nada extraordinario volvió a suceder en las montañas ese día, las gentes que poblaban la zona volvieron poco a poco a la vida normal que poseían desde que llegaron a ese lugar y tanto los paladines, Gáladar, Larután y la niña, y Scarlett se quedaron en la cueva estudiando lo acontecido esa mañana. Los paladines junto a Gáladar y Larután pensaban que las visiones de la niña eran señales que mostraban el destino de los elfos, no obstante sus pensamientos no eran más que un deseo pues parecía lo único a lo que en esos momentos se podía agarrar toda su raza, la única esperanza que les quedaba. La verdad solo el tiempo dejaría que se mostrara.

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